El tradicional concurso de relatos de invierno y Navidad de nuestro instituto vivió el pasado diciembre su tercera edición. Un año más la A.M.P.A. del I.E.S.O. Cáparra colaboró con el certamen con dos premios especiales, uno por cada categoría. Las ganadoras de estos premios fueron Sara Blázquez Planchuelo de 4º B y Ofelia Asensio García de 2º A con los relatos que presentamos a continuación. ¡Enhorabuena a ambas!
Dominique, ya no tenia frío, el dolor había desaparecido y el pequeño tejón le lamía la cara.
Philipe dijo- vamos Dominique es hora de marcharse, todos tus amigos te están esperando.
Dominique se levantó y siguió al tejón; con una piedra dibujaron una puerta en el suelo y pasaron através de ella. En aquel sitio la luz era radiante y luminosa, todo era verde: era el país de la Eterna-Primavera.
Allí estaban esperándolo, su madre, su padre, las mellizas, sus vecinos, y todos sus amigos los animales que lo habían ayudado en tiempos difíciles que quedaban atrás. Todo era perfecto pero, no pudo evitar recordar como empezó.
A Dominique lo despertó el sonido de los bombarderos. Salto de la cama, las mellizas lloraban en su cuna, entró en la habitación de sus padres, y vió todo el ventanal roto, la cama de sus padres, era un amasijo de sangre, cristales y hierros. Se quedó inmóvil durante unos segundos, de pronto echo a correr gritando de terror, corrió y corrió hasta llegar al bosque, donde siguió corriendo sin control. Cuando volvió al pueblo ya estaba amaneciendo. Se acordó de sus hermanas y se dirigió hacía su casa, pero solo encontró un montón de escombros, empezó a gritar el nombre de las niñas pero nadie respondió. Entre los escombros encontró una cajita de música con la que entretenía a las mellizas se quedó inmóvil escuchando la música hasta que unos brazos fuertes lo cogieron y se lo llevaron.
Despertó en un lugar desconocido. Estaba echado en un montón de paja y a su alrededor iban y venían hombres armados con escopetas. Se le acercó un hombre alto, moreno, canoso y con unos ojos verdes y bondadosos. Lo saludo con una sonrisa, diciendo: buenos días dormilón. Dominique preguntó: ¿dónde estaba?, ¿quiénes eran?¿dónde estaban sus hermanas? –Primero come, dijo Víctor. Luego respondió a sus preguntas.
La aviación alemana había bombardeado y destruido todo el pueblo, solo se había salvado él, Víctor le dijo que ellos eran guerrilleros de la Resistencia que luchaban contra los Alemanes. De vez en cuando iban a los pueblos a buscar comida e información sobre los enemigos.
Dominique se quedó a vivir con los partisanos, les ayudaba en el campamento, iba a buscar agua, madera, limpiaba las armas, le enseñaron a cargarlas etc. En sus ratos libres se alejaba del campamento con su cajita de música y se adentraba en el bosque, allí atraídos por la música encontró a unos amigos muy especiales, que le contaban maravillosas historias de su otro mundo: -Philipe, el Tejón, decía que era el príncipe del País Eterna- primavera. Rene el ciervo era el capitán de los ejércitos. Amelie la gran osa parda y sus oseznos Fer y Marie eran duques. Las ardillas, pájaros, jabalís, todos tenían una vida feliz en Eterna-Primavera. Ellos podían estar en los dos mundos, entrar y salir cuando querían. Dominique quería ir con ellos, pero le dijeron que solo se permitía la entrada a personas que lo merecieran, que para poder pasar con ellos había que hacer grandes sacrificios por la humanidad. Solo entraban en él, las personas bondadosas y leales a los amigos. Debía tener paciencia, todavía no había llegado para él la hora de entrar.
Una tarde cuando regresaba de uno de sus paseos, encontró a Víctor muy preocupado, el mensajero que había mandado a la Aldea no regresaba y unos pastores le habían informado de que había sido capturado por los alemanes y lo habían matado. En ese momento víctor no tenía ningún hombre para llevar los mensajes estaban todos ocupados defendiendo otros sitios. Dominique le dijo que él podía hacer de mensajero. Víctor acepto por que no le quedaba más remedio. Le dio una vieja bicicleta, unas indicaciones y una gorra donde llevaba cosida una carta para entregarla al párroco de la iglesia de San Justo de Reims.
Dominique cumplió su misión con éxito y desde aquel día fue el correo de la resistencia, los viajes les gustaban mucho, pues siempre iba acompañado de alguno de sus amigos los animales.
Un día frío, a finales de diciembre de 1943, Dominique salió en una misión muy importante, era fundamental que entregase la carta, pero en caso de no poder entregarla tenía que destruirla, no podía caer en manos enemigas. Víctor le repitió muchísimos veces que ante cualquier problema destruyera la carta. Se puso en camino, acompañado de Amelie y Rene.
A las afueras de la ciudad lo detuvo una patrulla alemana. Empezaron a hacerle preguntas, pero él no abría la boca e intento escapar, los Alemanes comenzaron a dispárale entonces del bosque salieron Amelie y Rene y la emprendieron a zarpazos y cornadas con los soldados. El muchacho corría, pero lo estaban alcanzando, entonces cogió la carta y se la metió en la boca, dispuesto a comérsela, pero un soldado se la saco, aun así se había tragado la mitad. Sintió un golpe fuerte en la cabeza y perdió el sentido.
Despertó en el suelo de un frío granero, cuando abrió los ojos, lo primero que vio fueron los cadáveres de Amelie y Rene, destripados en un rincón. Habían perdido la vida intentando ayudarlo. Por primera vez en muchos meses lloró desconsoladamente. Lloró por la perdida de sus amigos, de sus padres, de las gemelas, de sus vecinos y lloró de miedo.
Al llegar la noche comenzó a nevar y entraron en el granero soldados, uno que iba vestido de oficial, se acerco a él, comenzó a preguntarle dónde estaban sus compañeros, dónde llevaba la carta; el chico no respondía, sacó una fusta y comenzó a pegarle, en la cara, en los brazos, en todo el cuerpo, cuando perdía el conocimiento, lo despertaban tirándole agua helada, y volvían las preguntas, los golpes, una y otra vez. Aquello se repitió innumerables veces. Por fin se fueron. El reloj de la torre empezó a sonar, cuando escuchó las campanadas noto, que ya no sentía frío, que el dolor había desaparecido y el pequeño tejón le lamía la cara. Con la última campanada cruzaron la puerta hacía Eterna-Primavera, comenzada un año nuevo, comenzaba una nueva vida.
EPÍLOGO
El día 6 de junio de 1944, se producía el desembarco de Normandia, los aliados liberaron Francia. Cuando víctor y el Ejercito aliado revisaban los documentos alemanes encontraron una carta a la que le faltaba la mitad. Víctor la cogió y con lagrimas en los ojos dijo: “Dominique eres el mejor soldado, la mejor persona y el mejor hijo que cualquier padre podría desear”.
LA CARTA
de Sara Blázquez Planchuelo 4º ESO
Madrid a 24 de diciembre de 2008
Han pasado 27 años desde la Navidad de 1981 y todavía lo recuerdo como si fuera ayer, no estoy muy acostumbrada a recordar pero sólo por ti lo haré.
Javier es hora de que sepas toda la verdad. Empezaré por el principio de toda la historia. Todo empezó una Navidad de 1981; tu padre José era un hombre al que le gustaba la Navidad, siempre que llegaban estas fechas salía y ayudaba todo lo que podía. Cuando conoció a tu madre Elena parece que su vida dio un giro de 180 grados. Ella, representante de una gran asociación “La Navidad es Cosa de Todos” le animó y ya las Navidades con ella eran diferentes le llenó de alegría y de vida. José, empezó a tener ilusión por lo que antes no tenía.
Tu madre le llenó de vida y cuando ella desapareció la tristeza llegó a su corazón.
Tú eras muy pequeñito y supongo que no entendías el por qué de la tristeza de tu padre todos los 24 de diciembre.
Todo se remonta a la última Navidad juntos, tu madre estaba muy liada con la asociación y no pasaba ya casi tiempo con él, todo el día de viaje y su corazón se fue muriendo poco a poco, tú no entendías nada, es normal a tu edad todo pasaba tan deprisa ¿verdad? Ti madre, como ya te digo, no estaba casi nunca en casa.
Un día la llamaron y tuvo que marchar una madrugada del 24 de diciembre, no volvió. Tu padre desesperado llamó a todos los hospitales de la zona buscando noticias de ella pero nadie sabía nada.
Esa Nochebuena sólo había tristeza en el ambiente, aún hoy no se sabe qué fue de Elena, malas lenguas cuentan que abandonó a tu padre por un amante que tenía pero yo creo que no, ella quería mucho a tu padre doy fe de ello.
Desde ese día tu padre empezó a odiar la Navidad, siempre que llegaban estas fiestas él se encerraba en casa y no quería salir a no ser que fuera estrictamente necesario.
Ahora entenderás y puede que le eches la culpa a tu padre de por qué no te dijo nunca la verdad. Sólo tenías 4 meses cuando pasó esto y ahora tomas a Ana por tu madre, tu padre rehízo su vida con Ana una mujer 4 años más joven que él que tras dos años de desesperación le devolvió las ganas de vivir.
Ana hizo perfectamente el papel de madre, nadie volvió a mencionar nunca a Elena. Pero para tu padre las Navidades seguían siendo una tortura, siempre que llegaba ese 24 de diciembre él se encerraba en una habitación a llorar. Esta escena se repetía año tras año y alguna vez la habrás presenciado pero tú, no entendías nada, también sé que te daba vergüenza preguntar a tu padre por qué lloraba por lo que actuabas como si no lo vieras.
No estoy muy segura de que esta carta llegue a tus manos puesto que no puedo dártela en persona. Confío en que sigas viviendo en la calle Águilas, puesto que la mandaré en cuanto acabe a esa dirección.
No entiendo cómo tu padre nunca te habló de Elena, no sé si era por miedo o por vergüenza.
Los años fueron pasando y ya era hora de que supieras que soy yo, Elena, quien te va ha explicar todo lo sucedido.
Como ya te he dicho anteriormente me llamaron ese 24 de diciembre de madrugada, rápidamente fui a tu habitación y te di un beso en la frente pensando que iba a volver al cabo de 2 horas. Cogí un tren que llevaba a Fuenlabrada, quién me iba a decir a mí que ese tren me cambiaría la vida. Llevábamos 12 minutos de camino cuando una gran ventisca sacudió el tren y en décimas de segundo el tren se tambaleó y el conductor perdió el control y todo fue un caos. Cuando desperté estaba en una ambulancia y había perdido el D.N.I., no me acordaba de nada. En la televisión salió que el tren Madrid-Fuenlabrada había tenido un accidente, por eso tu padre buscó por todos los hospitales de la zona. Al no tener D.N.I. Nadie me reconoció y yo, 2 años en coma, no pude dar ninguna pista de mi identidad. Cuando desperté y me recuperé totalmente de las secuelas del accidente (no sé si por suerte o por desgracia) me enteré de que tu padre había rehecho su vida con una joven llamada Ana y que eran muy felices. Me dolió en el corazón pero tomé una decisión cobarde y no quise fastidiarle apareciendo después de 2 años.
Te he observado todos estos años y he visto cómo crecías, me he informado todos los días sobre ti y sobre tu padre y así he podido llegar a escribir todo lo anterior.
Ahora ya sabes toda la verdad. Si quieres verme estoy en la calle Olivares a 4 manzanas de las Águilas. Te estaré esperando.
Feliz Navidad.
Elena