miércoles, 20 de mayo de 2009

LIBRERO DE VIEJO. Retrato literario

Me llega al correo una nota desesperada de Pedro Montero, a quien no conozco, pero al que me gustaría conocer por ser persona de juicio y de sentido común, y decido subirla al blog por dos razones. Una, para ver si hay quien escarmienta en cabeza ajena y los expurgos de las bibliotecas se hacen con mejor criterio. Dos, por dar a conocer una profesión, la de librero de viejo, en extinción, y ya es lástima.

LA PROPUESTA CREATIVA, puesto que de eso se trata en este blog, es crear al personaje del librero de viejo, HACER SU RETRATO LITERARIO.

LOS MODELOS A SEGUIR
  • Para inspirarnos, el texto de Pedro Montero, Malos tiempos para la lírica.
  • Para ayudarnos con el retrato del personaje La chica más guapa de la ciudad de Charles Bukowski, que seguro, seguro, no es objeto de expurgo en ninguna biblioteca pública porque está de moda y la moda, ya se sabe, manda.

Malos tiempos para la lírica de Pedro Montero Montero

Sí, muy malos. Y no me estoy refiriendo a la tan cacareada crisis, a la que estamos echándole la culpa de todos los males. Como tampoco a la programación de la Feria del Libro de Badajoz, donde abunda la creación en prosa, con mucha novela histórica y fantástica, siendo muy escasa la presencia de obras poéticas. Me estoy refiriendo a que en el mercadillo del martes en Badajoz, visitando el puesto de Jacinto Jiménez González, librero de viejo, resulta que llevaba medio centenar de obritas de poesía, procedentes del último expurgo (sic)
de la Biblioteca municipal de Montijo. Que las dieron de baja en su registro (resic), para poner en manos de nuestro Jacinto la preciada mercancía, y ahora las está vendiendo por esos pueblos de Dios a un machacante cada ejemplar (requeteresic). Las que se venden, claro, que hay que atender antes otras necesidades.


-Mire usted, don Pedro, en la Feria del Jamón de Jerez, donde he estado hace poco, vendí poquísimo, pero es que en La Albuera, con lo de la batalla, nada de nada, como que le perdí dinero- se lamenta el bueno de Jacinto, el único librero de viejo ambulante que nos queda en Extremadura.


A un euro, unos librillos, y a medio, otros, menos de lo que vale una copa de vino en un tabernáculo de mala muerte, me traje en mi macuto Objeto para diversos instrumentos y dos voces humanas, de Benito Acosta (Badajoz, 1987), Espera Inacabada, de Jaime Álvarez Buiza (Badajoz, 1988), Párpado de espumas, de Rufino Félix Morillón (Badajoz, 1992), Habitable silencio y Otros, de Antonio Román Díez García (Monesterio, 1997), Apocalipsis para uno, de Alfredo Liñán Corrochano, con láminas de Toto Estirado (Badajoz, 1997), El Reino oscuro, de Álvaro Valverde (Mérida, 1999), Cuatro momentos para el Poema, de Faustino Lobato Delgado (Montijo, 2000), Ruinas, de Antonio Sáez Delgado (Mérida, 2001) y Los Himnos devastados, de Juan Carlos Rodríguez Búrdalo (Mérida, 2002).


Y algunos más, pero de autores ya desaparecidos: El sol, el halcón, las lanzas, de Bernardo V. Carande (Mérida, 1988), La ciudad blanca, de Ángel Campos Pámpano (Valencia, 1988) y Recodo poético, de Antonio Zoido Díaz (Badajoz, 1996).


Malos tiempos para la lírica, compañeros. Poetas hechos y derechos, algunas de cuyas obritas andan ahora de mercadillo en mercadillo por Extremadura, a precio de saldo, a un euro de vellón el ejemplar. Y los notas de la Biblioteca municipal de Montijo, seguro que tan panchos, quitándose de en medio mercancía tan valiosa, cuando hay bibliotecas escolares en la capital de las Vegas Bajas del Guadiana que podían haberla acogido y darle uso, en su sección de "Literatura. Poesía. Autores extremeños".


LA CHICA MAS GUAPA DE LA CIUDAD
de Charles Bukowski


Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero v serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo, y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decían que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una máquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía.
Sus hermanas la acusaban de desperdiciar su belleza, de no utilizar lo bastante su inteligencia, pero Cass poseía inteligencia y espíritu; pintaba, bailaba, cantaba, hacía objetos de arcilla, y cuando la gente estaba herida, en el espíritu o en la carne, a Cass le daba una pena tremenda. Su mente era distinta y nada más; sencillamente, no era práctica. Sus hermanas la envidiaban porque atraía a sus hombres, y andaban rabiosísimas porque creían que no sacaba todo el partido posible. Tenía la costumbre de ser buena y amable con los feos; los hombres considerados guapos le repugnaban: "No tienen agallas -decía ella-. No tienen nervio. Confían siempre en sus orejitas perfectas y en sus narices torneadas. . . todo fachada y nada dentro. . ." Tenía un carácter rayano en la locura; un carácter que algunos calificaban de locura.

Su padre había muerto del alcohol y su madre se había largado dejando solas a las chicas. Las chicas se fueron con una pariente que las metió en un colegio de monjas. El colegio había sido un lugar triste, más para Cass que para sus hermanas. Las chicas envidiaban a Cass y Cass se peleó con casi todas. Tenía señales de cuchillas por todo el brazo izquierdo, de defenderse en dos peleas. Tenía también una cicatriz imborrable que le cruzaba la mejilla izquierda; pero la cicatriz, en vez de disminuir su belleza, parecía, por el contrario, realzarla.

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